Vividoras del Amor de Julio Romero de Torres en 1907 jpg – Proyecto Garlo

Vividoras del Amor de Julio Romero de Torres en 1906.

Carta escrita al periódico en 1907 por el mismo pintor cordobés Julio Romero de Torres. En la madrugada investigando en prensa histórica encontré este testimonio (Juanjo Garlo).

LA JUVENTUD QUE PINTA JULIO ROMERO DE TORRES 1907 jpg – Proyecto Garlo
ESPAÑA QUE NACE
LA JUVENTUD QUE PINTA
Julio Romero de Torres
No pesan sobre Romerito con los años las páginas de historia.
Podría casi compendiar su historia diciendo nací en Córdoba, y desde entonces hasta hoy no me ha ocurrido nada de particular.
Pero habrá observado el lector que intercalamos casi delator da que en su breve y brillante vida artística registrarse algún notable suceso.
En Romero de Torres autor del famoso cuadro Vividoras del amor, rechazado alradamente por jurados que lo calificaron de inmoral, olvidándose algunos que ellos habían expuesto en obras de Exposición asuntos semejantes, tratados con mayor desnudez y áspera forma.
El estigma con que sellaron la obra del artista cordobés no ha sido obstáculo para que haya despertado la atención del público y de la crítica muy vivamente en uno de los Salones de París.
Sin duda, la moral aplicada al arte en cuadros como el de Romero es prenda al uso solamente en países de cogull y monacales.
Romero de Torres lleva a sus cuadros, pintados muchos de ellos en dificilísima contraluz, el espíritu melancólico y sensual de las bellezas andaluzas. Los tonos bronceados, la mirada centelleante y las perfecciones de la línea quedan admirablemente sorprendidos por la paleta jugosa y el vigor del dibujo cuando Romero lleva a sus lienzos el retrato de las hermosas sultanas, cuya genealogía podría encontrarse entre los guerreros que acompañaron a Almanzor.
Romero de Torres trabaja y vive bien en la ciudad de la Mezquita.
Cuando reúne unas pesetas, desaparece de la tierra andaluza misteriosamente, y pasadas unas semanas de él se sabe que está escudriñando en British-Museum ó en éxtasis ante la Ronda de noche, que Amsterdam conserva como joya de inestimable valor.
De sus opiniones respecto del Arte, más de lo que yo pudiera dice él en la carta que dirige, y en la que el lector verá cómo se explica.
S.-A. El Heraldo de Madrid. 23/07/1907.
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Julio Romero de Torres en su estudio Cordoba Moda con Alma jpg – Proyecto Garlo
Julio Romero de Torres en su estudio Córdoba Moda con Alma.
Mi querido amigo: Hace ya tiempo, ahí, en ese Madrid, hablamos de la decadencia de nuestra pintura y de la urgente necesidad de sanear el ambiente artístico, harto mezquino y tan viciado, que ha ido inficionando a la pintura hermosa, la buena, la de abolengo noble, para encumbrar a esa otra bárbara y chillona.
Yo no quisiera hablarle a usted de esto, en primer lugar, porque los pintores debemos concretarnos solamente a producir obras que manifiesten nuestro modo de entender y sentir el Arte; en segundo lugar, porque no hay espacio en las contadas cuartillas que usted me pide para razonar con sosiego las verdades agrias y desnudas que sin rebozos había de escribir.
Este ambiente ñoño, mojigato y artificial que retarda nuestro progreso artístico obedece a causas innomerables; pero tiene su origen en esas Escuelas de Pintura y Artes Industriales. Examinándolas, no en sus apariencias, sino en su funcionamiento y resultados positivos, se observa claramente que castran toda manifestación de arte sencillo, íntimo, encantador, y sólo sirven para inculcar prejuicios y perpetuar ruinas.
Creer que de tales Centros podemos esperar una beneficiosa renovación es sencillamente cándido, puesto que la tarea de enseñar «a ser artista», por lo absurda y disparatada, mueve a risa. Mejor sería cuidarse del enriquecimiento de los Museos de todas clases; pero descuajándolos primero y reorganizándolos después con amplitud y justeza de criterio, pues algunos, como el Moderno, pongo por Museo, lo están pidiendo a voces.
Asimismo precisa otorgar pensiones muy numerosas y nada mezquinas a los artistas de probado valer, a los de verdadera enjundia, y no a quiénes, antes que sus condiciones, en la mayoría de los casos negativas casi, sólo demuestran el poderío y mérito de las influencias de que disponen. Algo, mucho tal vez, adelantaríamos invirtiendo en ambas cosas los millones que despilfarra el Estado en dichas Escuelas y en el abusivo prurito de erigir en cada plaza y paseo estatuas y monumentos, que los más de ellos – hablen los de Madrid – ofenden el ornato público.
De las Exposiciones, mientras se prosiga organizándolas como hoy; mientras imperen los cacicatos en todas ellas y el ideal único sea la medalla, ¿para qué hablar?
Yo, amigo Saint-Aubin, ajeno a esas luchas donde las ambiciones, las intrigas y los egoísmos personales hacen feria del arte, vivo tranquilo en mi rincón provinciano, en esta Córdoba que tiene un alma excepcionalmente soñadora, que aún vaga en los retorcidos callejones de los barrios bajos. Y sustrayéndome a ese naturalismo bárbaro que sobre el arte paso tantos años, realizo una labor que no tiene otras galas que la sinceridad. Y es que yo pinto sin preocuparme de que mi labor guste o no. Si mis lienzos despiertan en alguien las emociones mismas que al darles vida sentí, mejor;si no, me es igual.
El arte es algo muy íntimo y muy grande; tiene que ser tratado con gran respeto; así, o de ninguna manera.
Suyo afectísimo buen camarada,
Julio ROMERO DE TORRES. El Heraldo de Madrid. 23/07/1907.
 
Actualmente: Vividoras del amor, 1906. pertenece a los Fondos de Arte de la Caja de Las Palmas de Gran Canaria y se expone en el Museo de la Casa de Colón, en Las Palmas de Gran Canaria.
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