«Como cada domingo salgo de casa con la ilusión puesta en cambiar el mundo, o al menos, ese pequeño espacio que nos rodea a todos los cordobeses y del que nos sentimos orgullosos, nuestra Córdoba, la ciudad que llevamos en el corazón, nuestro hogar.
Mis pasos me guian hasta la cuna del arte mientras disfruto de la belleza de sus calles. En mi destino me espera un grupo cada vez más numeroso de amigos y amigas que nos reunimos cada domingo para hablar y ensalzar nuestra cultura.
Han sido tantas las veces que he sentido lástima por una ciudad que lejos de enaltecer su legado, lo abandona y deja a merced del imperioso tiempo su patrimonio para que finalmente acabe haciendo estragos sobre su propia historia.
Ahora se ha encendido una llama. Una llama que ha avivado el pueblo. Un pueblo que cree en sus raíces, que solo busca engrandecer la ciudad donde vive.
Ensimismada en mis pensamientos de gloria, llego a la Plaza del Potro. Puedo imaginar como sería aquella plaza en los tiempos álgidos de la familia Romero de Torres, imagino que se respiraba arte por cada rincón de esa plaza y de esa casa.
Cuando cruzo la puerta de entrada que antaño fue testigo de tanta belleza, de tanto talento, de tanto personaje ilustre, solo me pregunto el porqué de su abandono. Ver que la casa donde nuestro más insigne pintor vivió, creció y aprendió, donde toda la familia Romero de Torres repartió tanto arte, me hace rememorar como sería volver a verla en auge y reconocimiento como lo que es, el lugar donde nació y se propagó la cultura en Córdoba.
Y todo esto no es más que lo que siento cuando cada domingo camino esperanzada para hablar con mis amigos de Julio, su legado, su familia, su vida… con la única intención de ser escuchados y que con el tiempo, tanto cordobeses como visitantes podamos disfrutar de la Casa-Museo Romero de Torres.
Tan solo queda una puerta por abrir, ¿seremos capaces entre todos de conseguir abrirla?».
Texto escrito por ©️Inma López. Febrero 2023.
No Comments