GABRIEL MORCILLO EL PINTOR DESCONOCIDO DUENO DEL ALMA GRANADINA 1922 – Proyecto Garlo

Gabriel Morcillo dueño del alma granadina.

En 1922 La Tribuna publica esta semblanza sobre la obra pictórica del consagrado artista granadino,
En esta invitación os presentamos esta maravillosa publicación aparecida en 1922 sobre el pintor del Alma Granadina, Gabriel Morcillo. Hace unos años visité la Colección artística de Casa Asjaris en Granada, donde descubrí, por primera vez, estas pinturas de Morcillo. Hace unos días investigando sobre el escultor malagueño Enrique Marín Higuero he encontrado varias referencias a Gabriel Morcillo, y una de ellas es ésta. Esperando os guste, Vida el Arte Español !!!
Moros jovenes con frutas Gabriel Morcillo – Proyecto Garlo
Moros jóvenes con frutas, Gabriel Morcillo.
Ha querido LA TRIBUNA consagrar sus planas preferentes a una gran pintor español, al que esperan muchos días de gloria. Se trata de Gabriel Morcillo, artista granadino. El ilustre ex ministro de Instrucción pública D. Natalio Rivas, entusiasta de Morcillo y de cuanto signifique enaltecimiento para su tierra de Granada, nos ha hecho el honor de remitirnos las siguientes cuartillas:
GABRIEL MORCILLO
Este genial y excelso artista, desconocido para casi toda España, porque él ha tenido el rarísimo capricho de vivir ignorado, sale hoy al público contra todo el torrente de su deseo, que ama el retiro y el aislamiento, empujado, casi violentado por los que no podemos ni queremos tolerar que se sustraiga a una notoriedad que merece y que tiene ganada con su enorme talento de pintor. Si yo fuera crítico y mis conocimientos técnicos me permitieran analizar todo lo que Morcillo significa, experimentaría una gran satisfacción, porque tendría la dicha de trazar la silueta del que yo creo que es el más grande de los pintores modernos. Pero tengo que proceder únicamente por sentimientos y por instintos. Tengo un gran amor al arte; lo siento, pero carezco de conocimientos y de autoridad para decir a mis conciudadanos razonadamente cual es el mérito de este mago del pincel.
La luz granadina, única en el mundo, la más espléndida y la más fulgurante que alumbra el planeta, flota en sus cuadros. Esta luz incomparable, que es el producto de contrastes que sólo en Granada se encuentran: el azul purísimo de un cielo claro y riente; la blancura inmaculada y eterna de la nieve del Mulhacen, y a su lado, en unas cercanías que no se observan en parte alguna de la tierra, el verdor permanente de la vega. Y contraponiéndose a estos efectos de color, tierra y torres bermejas que le prestan matices que nunca pudieron soñar los artistas. Por eso decía Fortuny que la luz de Granada la había creado Dios para martirio de los pintores, como Apolo, según Boileau, había inventado el soneto para suplicio de los poetas.
Morcillo es un hombre modesto, casi humilde, porque él quiere serlo, porque le nace de lo íntimo de su ser. Es retraído y huraño, yo no sé si por espontaneidades de carácter o porque tiene codicia de su arte, que lo quiere para sí mismo, que no desea que lo admiren los demás. A veces lo creeréis desconfiado, adquiriendo el convencimiento de que no se estima en nada y de que cree que es una mediocridad, y en otros momentos parece como que resurge en él el genio poderoso que se siente firme y sostenido por una inspiración gigantesca y nunca vista.
Esos son los misterios del carácter de Morcillo, que yo no he podido penetrar, y tengo la seguridad de ser uno de los que mejor le conocen, de los que más de cerca le han observado y de los que más interés han puesto en conocer al hombre y al artista. Declaro que hay algo profundo e íntimo a lo cual no ha podido llegar mi pensamiento. Algunas veces quiero por adivinación saberlo, pero con certeza nunca lo supe.
Dios de la Fruta Gabriel Morcillo – Proyecto Garlo
Dios de la Fruta, Gabriel Morcillo.
Tiene rasgos originalísimos. Le he visto, por ejemplo, hacer un cuadro, que a todos los que lo contemplaban les producía encanto y admiración; una obra perfecta. Al día siguiente, con el motivo, quizás con el pretexto, de haber encontrado alguna ligera imperfección, el cuadro aparecía completamente borrado; la obra maestra muerta a manos de su autor. Por eso digo que el carácter de Morcillo no tiene explicación alguna. Y en el fondo de esas contradicciones extrañas siempre veis al hombre bueno, de sentimientos elevados y amante de hacer el bien.
Pero lo que no ofrece duda, y lo que tendrán que proclamar siempre hasta los críticos más exigentes y escrupulosos, es que pinta como nadie. El maestro Moreno Carbonero, mi admirado amigo, que tanto vale, me decía un día en la sobremesa encantadora de un almuerzo en casa de mi fraternal Mariano Benlliure, que de Goya acá no había pintado nadie como Morcillo. Y ese fallo, pronunciado por tan insigne pintor, tiene para mí el valor de un dogma.
Mocita Granadina Gabriel Morcillo – Proyecto Garlo
Mocita Granadina, Gabriel Morcillo.
He querido hablar de Morcillo, y, en definitiva, no he dicho más que lo único axiomático que hay en él. Es el pintor más grande de la época, y, sin embargo, creo que he trazado su silueta con una exactitud admirable. Claro es que si he acertado no tiene mérito alguno, porque le conozco, le trato y le quiero mucho; por eso no vacilo en afirmar que el retrato que acabo de trazar de su persona no supera, porque eso es imposible, pero si iguala a los que él hace con su maravilloso pincel.
NATALIO RIVAS
EL ALMA DE GRANADA
Gabriel Morcillo nos muestra un lienzo que es como un capítulo de «Las mil y una noches»; todo el orientalismo suntuoso y fragante, lleno de morbidez y voluptuosidad, se refleja en el magnífico cuadro. No podemos contener un grito de asombro; Pero Morcillo, guiñando los ojos y frunciendo los labios, dice con un gesto tristísimo:
– Está mal… está mal… A mí no me satisface.
Es el «ritornello». Ante nuestras frases ponderativas en las que el entusiasmo pone cálidas hipérboles y arrebatos briosos, el pintor se entristece, se aflige, muestra una cara lamentable y repite: «Está mal… está mal…» Cree uno al principio que se trata de un falso alarde de modestia, de un truco para conseguir que el elogio tenga más viveza, más fuego. Pero después de un rato de charla con el artista se advierte que es hombre sincero, tan tímido de espíritu como audaz en la concepción de sus obras.
Para Gabriel Morcillo, el gran artista desconocido del público, cada cuadro es como un hijo, que se concibe con placer y nace con dolor. Cuando Gabriel traza en el lienzo las primeras pinceladas, ninguna ilusión es comparable a la suya. «¡ Ahora sí que voy a hacer algo grande !», piensa. Y poco a poco va surgiendo en la tela el prodigio del Arte. Sobre un fondo en el que la magia de la Alhambra pone sus tonalidades de ensueño, la verde lozanía de sus frondas, la gloria azul de su cielo sin nubes, se destacan las figuras gallardas, los moros jóvenes y risueños, de carnes oscuras, de ojos ardientes y de labios sensuales, cubiertos con suntuosos ropajes, en los que el pintor resuelve de manera portentosa las mayores dificultades de técnica: sedas brillantes y suaves, ricos damascos estampados, terciopelos esponjosos, rasos tornasolados, blancas holandas, a través de las cuales se advierte el matiz cobrizo de la carne. Y todavía, complaciéndose en agrupar las notas difíciles, para salvarlas con su maestría, el artista coloca en las manos de sus héroes un jarro de loza vidriada, en el que se quiebra con reflejos metálicos un rayo de sol; o un vaso de cristal transparente, en el que el agua brinda su grata frescura; o una fuente colmada de frutas, en una deliciosa confusión de colores, desde el morado polvoriento de las cirurelas hasta el rojo intenso y restallante de las granadas; o un pájaro de extraño plumaje, en el que el verde, el grana y el azul adquieren tonos múltiples; o un cabritillo cuya piel oscura y caliente resalta sobre la albura de un albornoz o sobre la llamarada de un jalque de paño rojo con bodados de oro.
Y entonces cuando la ilusión es ya realidad, cuando la humilde tela, por obra del pintor, se ha convertido en una magnífica joya, en un rico tesoro que todos codiciarán, Gabriel Morcillo se entristeca y dice con un gran desaliento:
– ¡ No es así ! ¡ Yo quería otra cosa !…
¡ Oh, el ansia nunca satisfecha, el anhelo jamás logrado del admirable artista ! De cada cuadro tiene dos, tres ejemplares…
«Los volví a hacer – nos dice – porque no me gusta como quedaban la primera vez».
Cuento Oriental Gabriel Morcillo en 1922 La Tribuna – Proyecto Garlo
Cuento Oriental, Gabriel Morcillo en 1922 La Tribuna.
Conchita modelo favorita de Gabriel Morcillo – Proyecto Garlo
Conchita modelo favorita de Gabriel Morcillo.
Y nosotros, profanos, contemplamos los lienzos gemelos sin advertir cuáles son las deficiencias del uno que se evitaron en el otro, pues los dos nos parecen igualmente asombrosos, espléndida demostración de una maestría insuperable. Sólo Gabriel, con su cara triste, como si fuese a romper en un llanto amarguísimo, conoce el secreto, y repite en su «ritornello»:
– Está mal… está mal… No vean en mis cu aadros sino un vehemente deseo de hacer algo que tenga valor, algo en lo que haya intensas vibraciones del espíritu.
Gabriel Morcillo nació en Granada. Es hijo de una familia modesta. Aficionado a la pintura, la practicó espontáneamente, sin guías ni mentores. Sólo tuvo de maestro : la Naturaleza. Luego, en Madrid, Cecilio Plá le dió algunas lecciones; pero viendo los cuadros magníficos del artista, se advierte que el discípulo no ha necesitado asimilarse la tendencia ni el estilo de su profesor.
Morcillo tiene su estudio en Granada, en plena Alhambra, en aquellos bosques donde todavía habitan los gnomos que cantó Zorrilla. Sus modelos son los mozalbetes que se bañan en el Generalife, los gitanillos del Albaicin, las chiquillas zambreñas y graciosas nacidas a la vera del Darro. De estos modelos habla siempre con elogio el pintor: «De mis cuadros – dice-, ellos son lo más interesantes».
Si Gabriel anda mal de dinero, vende un lienzo y resuelve sus agobios. Podría venderlos todos; pero no quiere. Sólo accede a ello cuando le angustia una necesidad o le atormenta algún capricho. Así, por ejemplo, se le antojó comprarse un carmen granadino cerca de la Alhambra. Costaba 30.000 pesetas. No las tenía, y vendió un cuadro a un yanqui que lo codiciaba. El carmen fue para el pintor…
Morcillo no acude a certámenes, no hace siquiera exposiciones de sus obras. Todo ello le parece cosa de mercaders y de negociantes. «Me gusta más – afirma – que vengan los amigos aquí y enseñarles yo mismo los lienzos, puestos en marcos viejos y sucios, sin preparación alguna en el local, sin esa tramoya escenográfica que a otros les cautiva. Yo pinto para mí y para mis camaradas. Lo demás no me importa.»
Gabriel Morcillo en el estudio de su maestro Cecilio Pla en Madrid – Proyecto Garlo
Gabriel Morcillo en el estudio de su maestro Cecilio Plá en Madrid.
Baco Gabriel Morcillo – Proyecto Garlo
Baco, Gabriel Morcillo.
Todo esto lo dice Gabriel con una gran tristeza, con un gesto lúgubre, en el que no sabemos si habrá un gran fondo de socarronería. Porque este pintor andaluz, que ha dominado al sol de su tierra y ha sabido encerrarle en un cuadrilátero de lienzo pintado, para que arranque destellos a unos bordados o para que se quiebre sobre un tosco cacharro de loza; este pintor, cuyos moros jóvenes y cuyas mocitas granadinas ríen en sus cuadros con una risa fresca y borbateante que les alegra el rostro y les hincha la garganta morena; este pintor, luminoso y jovial cuando se consagra a su arte, es un hombre fundamentalmente triste, en el que la sonrisa es una mueca de dolor, una estrella de arrugas que le surca todo el rostro, la barbilla afilada, las mejillas secas y la frente amplia y despejada, bajo la que arte la hoguera de unas ideas geniales.
Hemos vistos los cuadros de Gabriel Morcillo en una fría tarde de este insoportable marzo madrileño. Morcillo vive en casa de un amigo suyo, el Sr. Enjuto, juez municipal del distrito de Buenavista, en un hotel magnífico, donde se hermanan el lujo y el arte. Nos hemos reunido en el vestíbulo unos cuantos amigos. Y ha sido una verdadera fiesta del espíritu, en la que hemos gozado el más bello espectáculo. En la calle bramaba el viento, desatada su furia, y en el jardincillo temblaban, ateridos de frío, los pobres árboles sin hojas. El cielo estaba gris y la tierra se ablandaba con el aguanieve que empezaba a caer. Pero nosotros estábamos disfrutando de la caricia cálida del sol granadino; de la música suave del céfiro, que gime prisionero en las frondas de la Alhambra; del cántico algarero del agua saltando en los regatos; del sonar cadencioso de una flauta que tañe un chicuelos árabe; de las risotadas bulliciosas de Carmencilla la gitana; del aroma penetrante de unos limoneros; de la fresca dulzura de unas frutas en plena madurez… Que todo eso está, vivo, palpitante, vigoroso y espléndido, en los cuadros de Gabriel, el pintor magnífico que se ha adueñado con sus pinceles del alma y la sangre de Granada.
Y en aquel salón suntuoso hemos sentido el dolor del nuestra pobreza, la irreparable pena de no ser multimillonarios para adquirir en una puja heroica todos los lienzos de Morcillo. ¡ Triste país el nuestro, donde los próceres compran automóviles y galgos, escopetas de caza y caballos de carreras, pianolas y gramófonos, y sólo de tarde en tarde se acuerdan de comprar un cuadro de un gran artista ! ¡ Triste país el nuestro, donde consideramos excepcional que el duque de Alba encargue un retrato a Zuloaga, o que el marqués del Riscal le compre a Morcillo su «Victoria» ! Nosotros, que llevamos veinte años amarrados a las galeras del Periodismo, daríamos toda nuestra labor pasada, presente y venidera, por un solo apunte de este formidable artista, de cuya gloria queremos ser los primeros cantores…
F. SERRANO ANGUITA
Fotografias obras de Gabriel Morcillo en La Tribuna 1922 – Proyecto Garlo
Fotografías obras de Gabriel Morcillo en La Tribuna 1922.
su carmen Nta.Sra .del Rosario casa y estudio en 1949 – Proyecto Garlo
En 1949, Carmen Ntra Sra del Rosario, casa estudio en Granada, Ref. Asoc, Española de Pintores y Escultores.
PALABRAS FINALES

…Y dicho todo cuanto había que decir en este lugar y en esta ocasión en elogio y honor del gran pintor granadino, serían ociosas unas líneas mías que no fueran para lanzar la idea, en nombre de LA TRIBUNA, de que con la mayor premura y los mayores entusiasmos, se organice – en sitio amplio y solemne y con carácter público, naturalmente – una Exposición que permita a todo Madrid ver y admirar todas esas maravillas, que allá, en un rincón de la Alhambra y a la sombra de torres bermejas, creara, para gloria de España, este artista brujo, dominador como nadie de la luz y el color.

Los cuadros de Morcillo están en Madrid y no puede ni debe consentirse que vuelvan a Granada o que media docena de poderosos los cuelguen en las paredes de sus palacios sin que antes los haya admirado Madrid entero. Su autor no es nadie para oponerse a este designio.

El ministro de Instrucción pública, el director de Bellas Artes, el Círculo, sus compañeros, deben obligarle a ello.

Y si la intervención de tales elementos fuese ineficaz para vencer la resistencia que este terrible neurasténico opone para exhibir su obra admirable, reclamaremos el apoyo de D. Millán y de la Guardia Civil ¡ No faltaba más !

FRANCISCO DE TORRES.
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