La colección Romero de Torres fue adquirida por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en 1988 a María Romero de Torres Pellicer, hija de Julio Romero de Torres, y adscrita a su fallecimiento al Museo de Bellas Artes de Córdoba en 1991. Marta Moreno guia turístico de la empresa Ataurique Gestión Cultural, ha contado cómo Angelita, la menor de los ocho hermanos Romero de Torres, pensaba que «esas piezas estaban mejor en el patio que el Museo Arqueológico porque allí estaban en vitrinas y las matronas romanas estaban mejor entre crisantemos», esos por los que recibía premios.
El patio es atípico, por sus dimensiones, desproporcionadas a la pequeña vivienda que acogía a la familia, y por su forma, rectangular y alargada. También por su posición, en un lateral de la vivienda, y no en la zona central, distribuyendo a las habitaciones, como es la configuración tradicional heredada de romanos y árabes, gran parte del patio se encuentra elevado sobre el nivel del suelo, formando una especie de jardín que se aísla del resto de sus habitantes.
En la vertiente occidental del patio se alinean tres bustos sobre esbeltos pedestales, que como si fuesen los vigilantes del recinto parecen velar nuestro recorrido por este hermoso patio de estilo romántico, el primero corresponde al novelista egabrense Juan Valera, el segundo a Rafael Romero Barros, con elogiosa inscripción bajo su retrato en bronce labrado por Juan Cristóbal: “A la memoria de este ilustre patricio que consagrándose por entero al fomento de la cultura artística en Córdoba, fundó su gloriosa Escuela Provincial de Bellas Artes, creó su Museo Arqueológico y enriqueció el de pinturas, y de los cuales centros establecidos en esta casa, fue dignísimo director”, y por último una anónima cabeza romana, que forma parte de la colección arqueológica que los Romero reunieron en el jardín interior de la casa.
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